Cuando vives con una rutina tranquila y bien establecida, parece que la vida se ha detenido y todo entorno a ti gira menos tú. Los pequeños problemas del día a día se solucionan cuando los niños se van a la siesta y tienes un pequeño respiro para estabilizar los niveles de estrés que te hayan podido generar tus pequeños. Es un momento de paz compartida y tanto ellos como tú recargais pilas para afrontar lo que queda de día. Todo está bien, todo vuelve a su sitio.¿ Pero que pasa cuando esa rutina empieza a cambiar? Pues que estalla la guerra y de repente, lo que iba lento ahora va a una velocidad vertiginosa y no encuentras el pedal de freno 😨😲.Empezamos la jornada a las 9 o 9:30 y siempre de buen humor. Primero se levantaba el niño cantando o preguntando por papá o mamá de forma tranquila. Jugaba un poco en su cuna y nos íbamos a desayunar. Al rato despertaba la peque y la poníamos a desayunar con nosotros. Después les dejaba en la sala con los juegos y los dibujos y yo aprovechaba a fregar, recoger, hacer la casa y ducharme. Los vestía y nos ibamos al parque o a comprar, según tocase. A las 2 o así subíamos a comer, comíamos, jugábamos otro rato y al poco dormían las siesta, de dos horas y media a tres dormía el niño, la niña hora y media o así. Ese momento era el que yo aprovechaba para recoger y limpiar cocina y baño lo primero y después para dedicarme a mi, escribir en el blog, leer o hacer cualquier cosa que tuviera pendiente. No era lo habitual, pero algún día hasta conseguí poder dormir media horilla😃😄😁. Acabadas las siestas, tocaba meriendas y parque hasta que venia su padre. Una vez en casa papá se hacía cargo de los peques y yo hacía la comida del día siguiente y las cenas. Baño, cena, ratito con los papás y...A dormir! Y así todos los días, tranquilos, sin lloros, sin gritos...
¿Pero que fue lo que desencadenó el cambio? Pues realmente no lo tengo nada claro. En un principio creo que le afectó ( y ahora voy a centrarme exclusuvamente en el niño)la nueva rutina con mi trabajo. Aunque son pocos días los que no estoy, el niño estaba acostumbrado a compartir conmigo sus 24h del día y de repente y sin explicación previa, su mamá desaparece algunos días por la tarde y aunque él disfruta con los abuelos y su papá, el que se ausente la figura que no se ha separado de él durante dos años, nos guste o no,tiene que afectar por narices.
Otro causante del cambio es, que inexplicablemente y sin mi permiso, el niño ha decidido crecer!! Parece mentira, pero en cosa de un par de semanas le noto un cambio enorme, le veo más mayor, entiene perfectamente lo que se le dice, hace las cosas sabiendo que las hace, no sé, ya es un niño😔😔😔😔🙌. Le está cambiando el carácter, sabe lo que quiere, como y cuando lo quiere ( lo cual es un problema). Está buscando su sitio en la familia.
Este proceso de crecimiento está relacionado directamente con sus relaciones sociales, vamos sus amigos del parque. Empieza a observar e imitar a aquellos que pasan más tiempo con él.
Se está haciendo mayor y empieza a buscar las maneras de conseguir sus objetivos, está buscando sus límites y está experimentando para saber donde están los nuestros.
Es un proceso necesario para su desarrollo pero que nos ha llegado de manera inexperada.
¿ Y todo esto en que afecta a nuestra rutina, en que han camido las cosas?
Para empezar esta demasiado estresado y eso se traduce en lloros constantes, pataletas y rabietas. Pide atención constante y esos ratos en los que quedaban solos jugando y yo aprovechaba para limpiar han desaparecido. Tengo menos tiempo para hacer las cosas. Hasta ahora no he mencionado a la niña porque estos cambios no la habían afectado, pero ahora al tener a su hermano con tales niveles de estrés y de búsqueda constante, tampoco tiene esos ratitos para experimentar sola y me solicita también más, muchas veces suplicando ayuda😰.
A parte, ella también está en esa fase de descubrimiento, de exploración y se frustra cuando no consigue alcanzar lo que quiere o cuando no consigue ponerse en pie. Y todo esto se traduce en lloros, por parte de una y lloros por parte del otro.
Se han juntado dos etapas de crecimiento difíciles y tan diferentes que a veces me veo desbordada por la situación. Incluso en algún momento me he visto tentada a unirme a esas fiestas de llanto que se organizan en casa, venga los tres a una como Fuenteovejuna!😭😭😭😭😭.
Es el momento de aceptar que las cosas están cambiando, que se inicía una nueva etapa, que empezaremos con una nueva rutina que seguramente en breve también cambiará, porque esto avanza a pasos agigantados.
Ahora entiendo la insistencia de muchas madres del parque en preguntarme que tal lo llevaba, cómo me manejaba con dos niños tan pequeños. Si soy sincera, alguna vez pensé que ese miedo a tener los hijos tan seguiditos venía causado por madres quejicas, que se agobian por todo y que le echan mucho cuento al tema para conseguir más ayuda por parte del padre o familiares.
Resumiendo que esto me parecía cosa de niños ( y nunca mejor dicho). Ahora todo se empieza a complicar y ahora sé lo que es no tener tiempo. Parece broma pero realmente no tengo tiempo de mirar el móvil muchas veces, tengo aparcadas las redes sociales y cada día me es más complicado buscar un rato para editar en el blog, cada vez tardo más en publicar un post y no es porque no quiera, realmente no tengo tiempo material. A veces me siento desbordada, pero esta nueva situación bastante caótica no me asusta. Sé que es una nueva etapa necesaria para su desarrollo y cuando la situación me supera, espero a que venga su padre del trabajo, le dejo a las fieras sueltas y me meto a la cocina para terminar de hacer la cena y la comida del día siguiente. Y a pesar de que sigo trabajando, se me olvida el estrés al pelar patatas o al darle un hachazo al conejo😬(jijiji).
En estos momentos límites es cuando la figura del padre es imprescindible. Y que mejor final para un día de duro trabajo llegar a casa y relajarse cómodamente en el sofá mientras dos renacuajos no dejan de chillar,tirar cosas y llorar a moco tendido porque una mosca ha pasado delante de su juguete favorito?
Sí, al final mi marido y yo formamos un buen equipo. Él no puede relajarse al llegar a casa y yo no puedo ir al baño en todo el día. 😂😂😂😂😂
En fin, que todo cambia, adaptándonos a sus cambios vamos transformando nuestra rutina y vamos asimilando que lo que antes se presentaba como fácil, ahora se va a complicar cada día un poquito más. Lo importante es saber aceptar los cambios, transformarnos también nosotros por dentro y hacer una retrospección hacia nuestra infancia,vernos de niños y entender que todo lo que les pasa,esas rabietas y lloriqueos sin sentido, son parte de su maduración, que no lo hacen para hacernos rabiar,que no son malos,que simplemente son niños.
* En el proceso de editar esta entrada,que lógicamente me ha llevado varias semanas,he de apuntar que las cosas se han empezado a estabilizar,hemos cambiado horarios de comida, hemos ampliado su libertad de juego antes de la siesta,no le presionamos para dormir y así llega un momento en el que cae rendido en el sofá y se duerme la siesta. Ya no está tan quejicoso,ni tan rebelde. Todo ha vuelto a estabilizarse en el momento en el que hemos comprendido que la rutina anterior ya no nos servia.
Y llegados a este punto,yo me reafirmo en lo culpables que somos los padres coartando la libertad de nuestros hijos para imponerles unos ritmos que son los nuestros y no los suyos. Y que fácil es acusar a un niño de portase mal y lo difícil que nos resulta a los padres admitir que tal vez somos nosotros los que estamos equivocados.
D,A,I os amo hasta el infinito y más allá, gracias por hacerme crecer,por aprender a vuestro lado,por hacer que la maternidad sea un enriquecimiento personal y madurativo.
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